A la orilla de un río,
dictándome el murmullo
de las aguas,
empecé a escribirte
este poema.
Quizás la musa se desvanece
invisible a mis ojos cada día,
permitió que engalanara
tu figura,
entre pájaros
que cantan de la nada
y el eco vello
lo transforma en melodía.
Habita en mí
parte de ti en silencio,
como yo intento fundirme
en este entorno,
donde el tiempo
quedó sin pasar hora
enmudeciendo todo mi pasado
y regalándome la paz
más infinita.